La diseñadora exhibe su última colección de joyas, inspiradas en la superluna de diciembre.
Ana Arambarri regresa a Tiempos Modernos con una nueva colección de joyas realizadas en oro y plata inspiradas en el último plenilunio del año 2024. Desde sus comienzos, Arambarri entendió la joyería como un modo de expresión. Abrió su taller en el año 2000, y ha colaborado con Alberto Corazón en la exposición “Solsticio de Otoño”, así como en “Joyas. De Picasso a Jeff Koons”, que ha viajado a diversos países. En España se exhibieron en la Galería Marlborough de Madrid, en el IVAM y EMAT de Valencia.
El arte suntuario ha acompañado al ser humano desde sus orígenes. Collares, pectorales, pendientes, anillos, son apreciados y, además, encierran diversos significados: fidelidad, compromiso y amistad. Las joyas adornan a mujeres y hombres desde la antigüedad a nuestros días, sin cambiar el significado.
Ha sido a partir de la joyería desarrollada en el siglo XX cuando los artesanos han añadido su firma. En esta ocasión, Ana Arambarri ha diseñado estas piezas singulares inspiradas en la superluna de diciembre, la última luna llena del año que lucirá grande y luminosa. Formas redondas, gargantillas de cuero que asemejan órbitas. El juego de los materiales, el brillo de la plata, la opacidad del ónix o el coral negro, combinadas con elegantes cadenas de metal plateado y dorado, nos introducen en ese pequeño Cosmos.
Las joyas se distinguen por su diseño exclusivo. No produce series masificadas, sino todo lo contrario, la mayoría son piezas únicas.
Trabaja martilleando directamente sobre el metal o fundiendo a la cera perdida. Piedras preciosas y semipreciosas engastadas en oro y plata, rematadas con cadenas, metal y cuero. Se aproxima a la joyería arqueológica por su acabado, por la falta de brillo del metal, por las superficies sin repasar que ofrece un aspecto rugoso. Su principal característica es la búsqueda de la simplicidad.
La exposición se puede visitar partir del 3 diciembre y estará abierta durante todas las navidades.